"El día del nacimiento y el día de la muerte de cada hombre están sellados y bajo guarda de los ángeles desde el principio del mundo, y es el Señor, cuando le place, quien quiebra un sello y luego otro, muchas veces al mismo tiempo, con su mano derecha y con su mano izquierda, y hay casos en que tarda tanto en partir el sello de la muerte que hasta parece haberse olvidado de aquel viviente". (El evangelio según Jesucristo, José Saramago).
José se entera por sus vecinos que tendrá que ir a Belén a censarse, (su lugar de origen) pues lo mandan así las autoridades romanas.
Palestina en los tiempos de Jesús |
José y María emprenden camino a Belén en su burro, y con el pendiente de que, durante el viaje, su mujer pueda dar a luz.
Durante dicho viaje, José sostiene una menuda discusión con Simeón, el anciano, sobre si José sabría qué hacer si su mujer diera a luz antes de llegar a Belén. ¿Recuerdas cómo José le contestó al anciano? ¿Qué opinas de la manera en que José rehuye a la pregunta de Simeón, y por el contrario, lo pone en ridículo?
Sin embargo, más tarde, al hacer las pases José y Simeón, éste le confiesa un sentimiento:
"Sería mejor que los romanos no supieran nada de la existencia de tu hijo, que nadie supiera nunca nada de él y que, si ha de ver a este mundo, al menos que viva en él, sin pena ni gloria, como aquellos hombres que ahí vienen". (Saramgo, Pp. 63).
Su presentimiento y su certeza dejan desconcertado a José, quien no puede evitar interpretar las palabras de Simeón, de recordar al mendigo -el ángel-, e incluso, de imaginárselo ahí, caminando al lado de María... ¿Te gusta la maestría con que Saramago va estructurando la historia? ¿Qué opinas de este pasaje de la novela? Te invitamos a que leas la novela con nosotros y participes con tus puntos de vista. ¡Únete al Círculo de Lectura Xook!