Continuamos conociendo a Gog con cada relato. Ahora, este excéntrico millonario se compró una república. La historia comienza así:
“Este mes he comprado una República. Capricho costoso y que no tendrá imitadores. Era un deseo que tenía desde hace mucho tiempo y he querido librarme de él. Me imaginaba que el ser dueño de un país daba más gusto.
La ocasión era buena y el asunto quedó arreglado en pocos días. El Presidente tenía el agua hasta el cuello: su ministerio, compuesto de clientes suyos, era un peligro. Las cajas de la República estaban vacías; imponer nuevos impuestos hubiera sido la señal del derrumbamiento de todo el "clan" que se hallaba en el poder, tal vez de una revolución. Había ya un general que armaba bandas de irregulares y prometía cargos y empleos al primero que llegaba.
Un agente americano que se hallaba en el lugar me avisó. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York: en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares a la República y además asigné al Presidente, a todos los ministros y a sus secretarios unos emolumentos dobles de aquellos que recibían del Estado. Me han dado en garantía -sin que el pueblo lo sepa- las aduanas y los monopolios.”
El relato además menciona que la facilidad con que se dio la compra hace pensar al protagonista de estos relatos en la posibilidad de que otras naciones también sean gobernadas por “pequeños comités de reyes invisibles, conocidos solamente por sus hombres de confianza, que continúan recitando con naturalidad el papel de jefes legítimos”.
Este es un pensamiento de un hombre de 1931, pero, ¿creen que esto pueda darse en la vida real? ¿Que en algunos países los presidentes y gobernantes sean solo títeres que alguien puso? ¿Que exista alguien que maneje o sea dueño de los países? ¿Qué opinan de esto?
¡Compártanos su punto de vista sobre este interesantísimo relato y otros más!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario