"Lo que fluía del brazo de la muchacha hacia el profundo interior de sus párpados era la corriente de la vida, la melodía de la vida, el hechizo de la vida, y para un anciano, la recuperación de la vida". -La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata.
Árbol de camelias |
En la segunda ocasión en que nuestro protagonista Eguchi regresa a la casa de las bellas durmientes, le toca volver a revivir gratos recuerdos, principalmente el de la historia de una de sus hijas, la más chica, su preferida. En ese pasaje, Eguchi puede rememorar con extraña delicadeza, -a la sombra de un árbol de camelias y al lado de su hija-, la preocupación que vivió cuando se casaría con quizás el joven equivocado; pero después recordó, más tarde, la satisfacción de ver la felicidad de su hija ya casada con éste y con sus hijos.
Eguchi, al lado de una muchacha dormida, se siente vivo, pues los recuerdos no envejecen con él, sino que por el contrario, le ayudan a recrearlos con mayor fuerza en la casa de las bellas durmientes... ¿No lo crees? ¿Qué opinas de esta interesante historia?
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